Déjame tocarte con mis palabras, porque mis
manos yacen inútiles como guantes vacíos.
Deja que mis palabras te acaricien el pelo, se
deslicen por tu espalda y te hagan cosquillas en el vientre, porque mis mano,
ligeras y volátiles como ladrillos, hacen caso omiso a mis deseos y se niegan
tercamente a hacer realidad mis deseos mas íntimos.
Deja que mis palabras
entren en tu cabeza empuñando antorchas, acéptalas de buen grado en tu ser,
para que puedan acariciar suavemente tu interior.
.-Mark O'brien.
Un hombre de 38 años que solo puede mover su
cabeza porque no le funcionan los músculos, se enamora de una mujer que es su
terapeuta, y le escribe este poema.
LAURA
LARRAMENDI GARRIDO
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